Disciplina y Convivencia Escolar

Introducción

¿Cuál es el sentido de estudiar e investigar la disciplina en las escuelas? El debate sobre la disciplina escolar es algo que no se agota, existen múltiples investigaciones desde el campo pedagógico, como del campo científico; desde mi campo de trabajo el interés radica en conocer como la disciplina incide en la construcción de la identidad de las y los adolescentes durante su etapa escolar; sin embargo antes de poder hablar de los efectos, es necesario dilucidar qué es la disciplina, y que posiciones existen sobre ella en la actualidad; surgen de la investigación otras interrogantes como ¿Es lo mismo disciplina escolar que convivencia escolar? ¿Existe alguna diferencia entre un reglamento de disciplina y un código de convivencia? El propósito de este análisis es resolver estas preguntas, profundizar los conocimientos sobre la disciplina escolar y contrastar las diversas posiciones sobre disciplina y convivencia, siguiendo una línea de investigación sobre convivencia y clima escolar iniciada anteriormente.

1.    ¿Es lo mismo disciplina escolar que convivencia escolar?

1.1 ¿Qué es la disciplina escolar?

Disciplina y escuela son dos términos que no se pueden desasociar, pues la disciplina se origina en la escuela como un método de control del cuerpo humano. No es extraño por tanto que la definición de enseñanza – instruir, doctrinar, amaestrar con reglas o preceptos- y de disciplina – instruir, enseñar a alguien su profesión, dándole lecciones – sean similares.

Los autores consultados refieren al origen de la disciplina a las escuelas católicas a manos de los jesuitas y de LaSalle (Puiggrós (1990); Dussel & Caruso (1999); Foucault, (1976); Narodowski (1994) .LaSalle – y antes que él, los jesuitas- habían formulado claramente que lo que hay que castigar es el alma, lo que hemos llamado aquí buena-mala “conciencia” (Dussel & Caruso, 1999, pág. 77).

En este análisis el objetivo es partir de la conceptualización de disciplina que Foucault plasma en su obra Vigilar y Castigar porque presenta elementos característicos de la disciplina: el “cuerpo dócil”, el poder, el examen y el castigo; elementos que contrastan con la idea de la convivencia escolar.

La disciplina es un poder que transforma y perfecciona, un poder que castiga todo comportamiento que se desvía de la norma, que se ejerce sobre el cuerpo de los estudiantes- del estudiante pues la disciplina es individualista- es un control permanente y prolongado de su actuar, se vigila su comportamiento, obediencia a las normas, a las instrucciones; aparece un poder punible, un régimen del tipo penal que tiene efectos homogeneizadores y jerarquizantes en el alumnado.

Foucault plantea que la disciplina es el “arte de castigar”, un arte que fabrica individuos, es la técnica específica de un poder que se da a los individuos a la vez como objetos y como instrumentos de su ejercicio. Estudia un “poder disciplinario”, cuyo objetivo es “enderezar conductas”, que contraria a la disciplina católica, no busca la redención del alma ni la reprime (Foucault, 1976).

El ejercicio de la disciplina supone un dispositivo que coacciona por el juego de la mirada; un aparato en el que las técnicas que permiten ver induce efectos de poder y donde, de rechazo, los medios de coerción hacen claramente visibles aquellos sobre quienes se aplican (Foucault, 1976, pág. 175).

Las disciplinas establecen una “infra-penalidad”; reticulan un espacio que las leyes dejan vacío; califican y reprimen un conjunto de conductas que su relativa indiferencia hacía sustraerse a los grandes sistemas de castigo. … Que todo pueda servir para castigar la menor cosa; que cada sujeto se encuentre prendido en una universalidad castigable – castigante. (Foucault, 1976).

Continuando con investigaciones referentes a la disciplina escolar, es importante el estudio de Adriana Puiggrós “Sujetos, Disciplina y Curriculum en los orígenes del Sistema Educativo Argentino” (Puiggrós, 1990) en su investigación relata como disciplina es sinónimo de obediencia, además de ser una idea contraria al castigo corporal, con lo cual la disciplina escolar se propone construir jerarquías, instaurar ritos y procedimientos que se traducen en una violencia simbólica, una coerción implícita en el aparato escolar, en la enseñanza como institución social.

La disciplina escolar es una de las formas más finas, más profundas, más significativas, de la producción de las relaciones de dominación entre generaciones, clases sociales, grupos de nacionalidades y religiones, de unas regiones sobre otras y de unas concepciones ideológicas y políticas sobre el conjunto (Puiggrós, 1990, pág. 330).

La idea de fundar la disciplina en el auto convencimiento, la internalización de la norma, la naturalización de la repetición de conductas, la aceptación consciente del orden y la adecuación sutil a todas sus instancias es expresada como ritualización patriótica, respeto a los mayores, cuidado de la salud física y mental, aprendizaje de los valores y de los hábitos. Ser “bien educado” es presentado como un enunciado cuyos contenidos se consideran indiscutibles, naturales, inapelables y las formas de represión gestual, verbal y gráfica a la “mala educación”, “mala conducta”, “mal comportamiento”, se multiplican (Puiggrós, 1990, pág. 339).

Por otro lado, Narodowski resalta el poder como elemento característico de la disciplina escolar, a la que describe como un modo sui géneris de aplicación de castigos y la cual supone modalidades enteramente propias y por entero ininteligibles fuera del ámbito de la institución escolar (Narodowski, 1994). Un poder jerárquico, que observa y juzga, que delimita espacios de acción, niveles inferiores y superiores dentro de la institución escolar, donde los niños deben convertirse en alumnos por medio del aprendizaje de un sentido de la autoridad basado en el poder burocrático.

La cuestión de la disciplina escolar conforma el núcleo de las relaciones saber-poder en las instituciones escolares. La adopción de ciertas modalidades disciplinarias remite a efectos en los saberes procesados en las instituciones escolares no ya a partir de las proclamas macropolíticas o la normativa vigente, sino sobre todo a las relaciones cotidianas de las instituciones, al enfrentamiento micropolítico entre los miembros de una institución (Narodowski, 1998).

La niñez debe ser embutida en formas de comportamiento que harán, de cada uno de ellos un alumno educado, en que la generosidad y la modestia, no por fingidas, dejarán de ser felicitadas y aunque lo único que busquen sea el halago; aunque sean interesadas y serviles, merecerán el apoyo y la buena calificación de los maestros. Si se es callado, gentil, diligente y presto a servir a la voluntad adulta, se estará en el buen camino (Narodowski, Infancia y Poder. La Conformación de la Pedagogía Moderna, 1994).

En una concepción de la disciplina, la cual guarda mayor coherencia con lo que es la convivencia escolar, Gallart indica que la disciplina nace fundamentalmente de la relación entre alumno y escuela, aunque el aula sea uno de los teatros de esa dialéctica (Gallart, 2006). Con esto se abre paso el análisis de la siguiente interrogante de la investigación.

1.2 ¿Qué es la convivencia escolar?

La convivencia escolar en este estudio es la idea en conflicto con la definición de la disciplina ya expuesta, tema sobre el cual también existe una amplia bibliografía e investigaciones en varios países y desde la perspectiva de diferentes ciencias como la pedagogía, psicología, sociología, medicina, etc.

La convivencia escolar se asemeja con la disciplina, en que es una idea que no se puede desasociar del concepto de enseñanza, de educación, de escolaridad, especialmente a partir del siglo XX cuando surgen la sociología de la educación y la escuela nueva, es decir desde que se estudia a profundidad que sucede dentro de la escuela, dentro del aula y las relaciones entre los sujetos que interactúan en este espacio, desde que las ciencias de la educación se preocupan por mejorar contenidos y calidad de la transmisión de saberes, y cuáles son esos saberes que se transmiten. Una evidencia de ese interés son las investigaciones consultadas (Dussel (2007); Dussel & Caruso (1999); Gallart (2006); Puiggrós (1990); Tenti Fanfani (2009), que se preguntan qué es un buena clase, cuál es el origen del aula, del curriculum y de las practicas escolares.

Gallart describe a las escuelas como “instituciones con memoria”, es decir que traen un bagaje de utopías, prácticas y modo de relacionarse anteriores que constituyen la identidad institucional y que influyen en gran medida al momento de acordar las normas de convivencia.

Las escuelas son instituciones con memoria: el hecho de que sus actores participen durante un tiempo prolongado en la vida escolar y puedan pasar de un papel a otro a lo largo de su existencia (de alumnos a profesores o a padres de otros alumnos) lleva a que lo sucedido en un pasado, quizá remoto para otra institución, tenga un peso importante en los colegios (Gallart, 2006, pág. 100).

Una cuestión básica de la convivencia escolar es la constante preocupación por el clima escolar, el objetivo primordial es la búsqueda de un “buen clima escolar”, un ambiente positivo que es la base del aprendizaje; por tanto no se preocupa por el control minuto a minuto de los individuos, la convivencia es un concepto colectivo, se diferencia además de la disciplina, en que procura una simetría entre los sujetos y la comunidad escolar, la horizontalidad en el trato, la corresponsabilidad de derechos y deberes, y la flexibilidad de modificar las acuerdos de convivencia según surjan conflictos en el aula.

Para algunos enseñar puede querer decir transmitir contenidos difíciles y complicados, y que los alumnos los entiendan y los repitan, o se los apropien; para otros, puede querer decir crear un ambiente cálido, estimulante y agradable, donde todos se sientan a gusto para encarar su propia relación con el conocimiento (Dussel, 2007).

La convivencia escolar es el conjunto de relaciones entre los miembros de la comunidad educativa que inciden en el desarrollo del estudiantado, está determinada por factores físicos, humanos, culturales, funcionales y estructurales, que dan un estilo particular a la institución y la diferencia de otras instituciones educativas (Miño, 2010).

Pareciera que hoy en día la conducta en el aula, el silencio o el rumor y la manera de relacionarse con el docente, más o menos respetuosa, más o menos pertinente al aprendizaje, varía al interior de cada escuela y tiene más que ver con los intereses y el clima que logra establecer cada docente en su clase que con las reglas y normas institucionales (Gallart, 2006, pág. 74).

En el estudio de la bibliografía, como se planteó en un primer momento, se observa una confusión entre disciplina y convivencia, en la obra de Gallart, por ejemplo, se encuentra la idea de que disciplina se transforma en convivencia, concibe a esta como permisiva no prohibitiva con lo cual se lee a la autora contraria a lo que contiene la convivencia escolar.

La “disciplina” se ha transformado en “convivencia”; la relación de poder entre alumnos e institución se ha modificado, pues la matrícula se ha convertido en recurso crítico para una gran cantidad de escuelas; las normas sociales, fundamentalmente de alumnos y padres, han variado hacia la permisividad (Gallart, 2006, pág. 69).

A pesar de que en la Ley Nacional de Educación convivencia y disciplina no son equivalentes, es en las reglas creadas por las escuelas donde se concreta la confusión y consecuente desnaturalización de ambas, tanto disciplina como convivencia escolar; lo que introduce un segundo y último punto en esta investigación.

2. ¿Existe alguna diferencia entre un reglamento de disciplina y un código de convivencia?

Para responder esta interrogante, así como para ilustrar la confusión que causan el uso del “reglamento de disciplina” y del “código de convivencia” entre la diversidad de publicaciones y análisis sobre el particular y sobre la disciplina escolar, se examinan textos como: “Nuevas y Viejas Regulaciones: un análisis de los reglamentos de convivencia en la escuela media” (Litichever, Núñez, Machado, Roldán, & Stagno, 2008), “La Construcción Social de la Escuela Media. Una aproximación institucional” (Gallart, 2006), “Los Códigos de Convivencia: Una Herramienta para la Educación con Enfoque de Derechos” (Miño, 2010).

La ponencia de Litichever, tipifica a los reglamentos dividiéndolos en tradicionales y reglamentos en contexto, los primeros son aquellos que su articulado corresponde al clásico reglamento disciplinario, mientras que los segundos son aquellos que incorporan en su texto nuevos asuntos correspondientes a la vida escolar. En el análisis de los reglamentos en contexto, o reglamentos de convivencia, distinguen entre lo que son las transgresiones de las neotransgresiones normativas, de acuerdo con estos mismas conductas o actividades que son novedosas en la reglamentación escolar.

Los reglamentos de convivencia se plantean como instrumentos que permiten mejorar la convivencia y generar mayores vínculos entre jóvenes y adultos, así como también trascender el carácter punitivo de la sanción prevista, a fin de lograr la reparación de la falta cometida frente a la transgresión de una norma (Litichever, Núñez, Machado, Roldán, & Stagno, 2008).

2.1 ¿Qué es el reglamento de disciplina?

El reglamento de disciplina, lo “tradicional”, es un instructivo impuesto por la autoridad educativa a los estudiantes, donde se establece la norma, la falta, la sanción y el procedimiento para establecer la falta y el castigo del estudiante. Incluye desde la escala evaluativa académica y disciplinaria, hasta temas de asistencia, horarios y vestimenta de las y los estudiantes en el centro educativo. Refleja el poder, la jerarquización de la escuela, se impone en el momento que se ingresa a la escuela, no es discutible, establece un registro de faltas o amonestaciones, quién está autorizado para castigar y quienes deben obedecer, procuran el orden y el respeto de los valores institucionales, es inflexible por su tradición y por el hecho de estar escrito.

El orden que los castigos disciplinarios deben hacer respetar es de índole mixta: es un orden “artificial”, dispuesto de manera explícita por una ley, un programa, un reglamento. Pero es también un orden definido por unos procesos naturales y observables; la duración de un aprendizaje, el tiempo de un ejercicio, el nivel de aptitud se refiere a una regularidad, que es también una regla (Foucault, 1976, pág. 184).

2.2 ¿Qué es el código de convivencia?

Los códigos o acuerdos de convivencia tienen una base Rousseauniana en cuanto al fungir como pacto social, pacto de la comunidad de la clase, pacto de la comunidad escolar, surge de una necesidad colectiva y se construye en un margen de discrecionalidad brindado por las reglas disciplinarias, las normas administrativas y otras disposiciones preestablecidas y de carácter general para la educación y las instituciones escolares.

Un código de convivencia escolar es una recopilación de reglas creadas en la escuela para normar sobre las relaciones entre todos los miembros de la comunidad educativa, con el objetivo de incidir en el desarrollo integral de sus estudiantes, su cuerpo docente, los padres de familia y el personal administrativo. (Miño, 2010)

Las normas de convivencia que se escriben en el aula, son aquellas que los estudiantes en su relación con el profesor consideren que sirven para apoyar el proceso de enseñanza – aprendizaje, son aquellas que permiten disfrutar de su derecho a la educación, y sus medidas correctivas son aquellas que les enseñan sobre su error, sin causarles dolor o sufrimiento (Miño, 2010, pág. 67).

El acuerdo de convivencia es de naturaleza flexible, adaptable a la situación del aula las veces que sean necesarias; es participativo, es parte del currículo, y parte de lo que es ser docente hoy, lo que es enseñar y aprender hoy, así se forma al nuevo sujeto, al sujeto crítico, autónomo, creativo, esperanza de la sociedad y puntapié del cambio social.

Las normas de convivencia y los contenidos y competencias realmente transmitidos son los dos componentes del currículo real construido en cada escuela concreta. Las conductas permitidas se plasman en las normas de convivencia, que acompañan y acotan la enseñanza impartida por los docentes. (Gallart, 2006, pág. 67)

3. Conclusiones

Del análisis se concluye que no existe una claridad entre la disciplina y la convivencia escolar en la actualidad, esta confusión provoca situaciones de crisis, de anomia, de vulnerabilidad, por lo tanto la necesidad de aclarar el tipo de herramienta que es un código de convivencia, y un reglamento de disciplina, es urgente.

Básicamente la distinción entre disciplina y convivencia, es que la primera es una relación vertical, asimétrica, en la que se impone, se prohíbe, se observa, se examina, se juzga y se castiga y principalmente corrige conductas y cuerpos individualmente. Mientras que la convivencia es una relación horizontal de otredad, de visibilidad entre sujetos que comparten un mismo espacio físico, durante un mismo tiempo y con un mismo objetivo la enseñanza y el aprendizaje. La convivencia trabaja las relaciones entre los sujetos, es una cuestión colectiva, integral y simétrica.

Bibliografía

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Dussel, I., & Caruso, M. (1999). La invención del aula. Una genealogía de las formas de enseñar. Buenos Aires: Santillana.

Foucault, M. (1976). Vigilar y Castigar. Nacimiento de la prisión. Buenos Aires: Siglo Veintiuno editores.

Gallart, M. A. (2006). La Construcción Social de la Escuela Media. Una aproximación institucional. Buenos Aires: La Crujía.

Gotbeter, G. (Agosto de 2007). ¿Qué es una buena clase? 12(ntes), papel y tinta para el día a día en la escuela.(16), 1.

Litichever, L., Núñez, P., Machado, L., Roldán, S., & Stagno, L. (Julio de 2008). Nuevas y Viejas Regulaciones: Un Análisis de los Reglamentos de Convivencia en la Escuela Media. Última Decada(28), 93 – 121.

Miño, L. D. (2010). Los Códigos de Convivencia: Una Herramienta para la Educación con Enfoque de Derechos. Quito: Universidad Internacional SEK.

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Narodowski, M. (1994). Infancia y Poder. La Conformación de la Pedagogía Moderna. Buenos Aires: Aique.

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Puiggrós, A. (1990). Sujetos, Disciplina y Curriculum en los orígenes del sistema educativo argentino. Buenos Aires: Editorial Galerna.

Tenti Fanfani, E. (2009). Sociología de la educación. Quilmes: Universidad Nacional de Quilmes.

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