En el año 2006 se votó y aprobó mediante referendum el Plan Decenal de Educación (PDE) 2006-2015, con 8 objetivos muy amplios; no es mi interés detenerme a analizar un plan que ya caducó, pero si deseo rescatar que su desarrollo se dio en diversas mesas de diálogo, con distintos actores y que si fue aprobado mediante el voto, era por la necesidad de vincular legal y moralmente al nuevo gobierno para mejorar la calidad de educación del país.
Es algo indiscutible que el primer Plan debió ser evaluado por el Ministerio de Educación y demás actores sociales, académicos, gubernamentales y no gubernamentales involucrados en su elaboración; así mismo es indiscutible que esa evaluación debió ser socializada con la población, lo que no sucedió con la evaluación a la Ley Orgánica de Educación Intercultural realizada por la Asamblea Nacional en el año 2014 (valga la aclaración, la Asamblea evaluó la Ley, no el PDE).
El escenario actual para la elaboración y aprobación de un Plan Decenal de Educación es completamente distinto; no solo en el ámbito político y económico, también en el ámbito normativo, desde una nueva constitución, una nueva y ya evaluada y reformada ley de educación hasta un nuevo reglamento, disposiciones ministeriales y programas, así como nuevas instituciones públicas y competencias para la gestión del sistema educativo.
Un breve repaso de los últimos acontecimientos en la política educativa ecuatoriana afirman que sí se ha trabajado por cumplir el Plan Decenal anterior, por mejorar la calidad de la educación; evidentemente se encuentran distorsiones y decisiones dignas de ser criticadas, revisadas, y hasta reconsideradas. Hoy tenemos un Instituto de Evaluación Educativa, una incipiente Universidad Nacional de Educación, un nuevo sindicato docente, 59 Unidades Educativas del Milenio construidas y cientos en construcción, las evaluaciones SER Bachiller y SER Docente, un nuevo escalafón docente y una mejor tabla salarial. Qué tan eficiente y cuál es el impacto en el incremento de la calidad de la educación en el país, no se puede precisar en tan corto tiempo, habrá que esperar algunos años más y la elaboración de las investigaciones e informes respectivos.
En mi humilde opinión de investigadora de la educación y las políticas educativas, nivel principiante, para que un Plan Decenal de Educación tenga éxito, requiere de un Ministro de Educación a la altura del plan. Es que de nada sirve registrarse en un sitio web, para supuestamente aportar en la discusión y desarrollo del PDE cuando el Ministro no tiene la capacidad de negociar, y exigir que se le asigne un presupuesto correspondiente al 6% del PIB, de acuerdo a lo que dicta la normativa constitucional.
Tampoco se puede aportar ideas cuando el que debe tomar las decisiones, no las toma, las minimiza o se detienen procesos por años hasta tomar una decisión. Un ejemplo concreto es el Plan Familia y Mónica Hernández, desde que ella apareció se detuvo oficialmente la educación sexual en las instituciones educativas, se eliminó el ENIPLA (Estrategia Intersectorial para la Prevención del Embarazo Adolescente) y consecuentemente aumentaron los embarazos adolescentes.
Aquellos economistas que se pasan debatiendo y angustiando a todos por la crisis económica de los últimos años, del endeudamiento público y el cuco de la desdolarización, estos debates y mensajes que solo se centran en el dinero y en la capacidad adquisitiva que se pierde, los salarios de los Asambleístas y Ministros; se olvidan de lo más grave, de la deuda social que dejan estos dos años. Por ejemplo:
Embarazo adolescente = deserción del sistema escolar (no todos tienen una red de apoyo para cuidar a su hijo mientras terminan su educación, ni para comprar pañales y alimentar al nuevo miembro de la familia).
Embarazo adolescente= más nacimientos, por lo tanto más ciudadanos que deberán ser educados gratuitamente desde el nivel inicial hasta el nivel superior, según lo garantiza la Constitución vigente, promovida y enmendada por el mismo gobierno que ha elaborado el nuevo Plan Decenal de Educación 2016-2025. Es decir, mayor costo para el Estado.
Hay mucha tela que cortar sobre la elaboración del nuevo PDE y el futuro de la educación en el país, mi primera reflexión: es necesario – urgente- un liderazgo en la gestión del sistema educativo ecuatoriano.