“El invariable propósito de la educación era, es, y siempre seguirá siendo, la preparación de estos jóvenes para la vida.”
Zygmunt Bauman
La educación es una condición para el desarrollo de las personas, las sociedades y los Estados. En cuanto derecho, el acceso a la educación se encuentra reconocido y garantizado en la normativa internacional y local de muchos estados. En cuanto a herramienta para mejorar la calidad de vida de las personas y habilitante para acceder a mejores empleos e incrementar la productividad de un sector y la economía de un país queda mucho por hacer.
Generalmente, hablar de la importancia de la educación es más de la realidad – lo que observamos, experiencias propias y de otros, evidencias científicas- que de lo que está en la norma – el deber ser- contrastando con aquello que aspiramos, pero ni es parte de la realidad ni está escrito en una norma o en una política; es discutir lo que no funciona y por qué no funciona en la sociedad, en la economía y en el Estado. Sin embargo, reflexionar este momento histórico sobre la importancia de la educación nos enfrenta a la poca relevancia que ha tenido la educación en el debate nacional; y nos lleva a su vez lleva a debatir con seriedad y compromiso sobre la educación del futuro, otro debate al que llegamos tarde.
En presente, quienes avocamos por la educación como derecho y condición de desarrollo tanto de los individuos como de los Estados, expresamos un mismo objetivo: en el contexto de la pandemia hay que sostener las oportunidades de crecimiento y aprendizaje, hay que sostener las condiciones que habilitan a los ciudadanos a acceder al conocimiento; y, además, este sostenimiento es responsabilidad de todos.
La educación y los sistemas educativos son un elemento clave en la construcción de cohesión social; la suma de identidades individuales que componen una comunidad, una cultura y que reproducen saberes de generaciones previas pasan de la familia (lo privado) a la interacción en plazas, mercados, trabajos y escuelas (lo público). Se generan tensiones propias de sociedades heterogéneas, pero al ser parte de un Estado que se define como democrático en su Constitución, estas se resuelven en base a mayorías y minorías y en la lucha por el reconocimiento de esas minorías y diversidades a través de una educación democrática.
Otro aspecto relevante de la educación es la producción de ciudadanos prestos para incorporarse en el mercado del trabajo. Como lo dice Bauman, la educación – y la escuela específicamente- han tenido y tendrán siempre el rol de preparar a los ciudadanos para el futuro. Entonces hablamos de destrezas, conocimientos y competencias que se adquieren y ejercitan en la escuela y que son necesarias para los fines económicos y productivos del Estado, para la vida de los individuos dentro de un sistema económico.
Un Estado en construcción requería igualar identidades, prácticas culturales, idiomas; un Estado en desarrollo requería mejorar las destrezas para el trabajo, la producción de ciudadanos que sirvan al Estado, tanto como parte de la burocracia, así como parte de la milicia (seguridad y defensa del Estado); mejorar la producción y calidad de los productos exportables que traen ingresos al país, ser competitivos ante otros países, etc. Ahora, ¿cuál es el Estado que queremos construir para resurgir ante una crisis económica y sanitaria y cuál es el ciudadano que queremos construir a partir de la pandemia?
La educación es el instrumento, pero el norte, ese ideal hacia donde queremos y debemos ir, lo decidimos en conjunto a través de un nuevo contrato social. El espíritu de solidaridad y la colaboración internacional, regional y local se construyen a través de la relación educador – educando y entre actores sociales – gobiernos. Si comprendemos a la cohesión social como interdependencia y si la pedagogía seguirá construyendo estos vínculos invisibles entre los sujetos e instituciones, son cuestiones para asentar en un nuevo acuerdo social.
Si pensamos en las lecturas de infancia, desde inicios del siglo XX se propone poner al niño o al estudiante en el centro, que la educación y el sistema giren alrededor de sus intereses, necesidades y capacidades. Esta idea se mantiene, pero hay otras lecturas de infancia que nos complementan esas que nos explican quienes son los estudiantes hoy, que nos cuentan como hay niños hiperconectados a las pantallas y cómo se configura el sentido gregario del ser humano en el mundo virtual.
Entonces, reflexionamos acerca de la infancia para conocer a quien educamos, cómo educamos y para qué educamos; y, reflexionamos sobre la educación como un elemento fundamental para salir de la crisis que ha dejado la pandemia por el COVID19, porque superar esta crisis requiere de nuevos Estados y nuevos gobiernos, de nuevos ciudadanos y nuevas instituciones; todo aquello que se construye a través de la educación.